Somos la sociedad del ruido
23/09/2023 - El psicólogo analiza las distintas circunstancias por la que puede interpretarse parte del malestar social, desde la soledad, el rol del Estado como contenedor, la crisis económica, la ausencia de comunicación hogareña y la aparición de la necesidad paternalista de un líder.
El psicólogo y psicooncólogo Gustavo Murgades aceptó el reto de indagarnos como sociedad, sobre los diversos factores que inciden en nuestra vida diaria, los que vemos reflejados en distintas situaciones vinculadas al enojo, la soledad, el desánimo, una sociedad rota, con chicos/as sin redes de contención, entre otros.
Murgades observa que “tiene que ver con las cuestiones típicas del posmodernismo, con la individualidad del ser, la competencia y el éxito individual que acarreamos desde el 2000. Creo que la pandemia agravó situaciones que venían sucediendo desde antes”.
Entiende que “está roto o dañado el pacto social. El ser humano renuncia a ejercer la violencia, depositando en el Estado su seguridad; yo no respondo ante un agravio porque será el Estado, mediante la ley, quien se va a encargar. Esa contención, seguridad y confiabilidad, no la está dando el Estado”. Agrega que a esa ausencia ante cuestiones “como seguridad, salud, educación, queda librado a la ley del más fuerte, al mercado, y ahí el humano, ante la ley de la selva, saca lo más primitivo de sí mismo, que es sobrevivir, salvarse uno mismo. Y sucede lo de siempre ante una crisis, comienza a creer en algo muy primitivo, el buscar la protección de un papá protector, que a veces puede ser un líder autoritario o mesiánico, y hay que tener cuidado con ello”.
Otra cuestión que subraya es “la escasa comunicación en el núcleo primario que es la familia. Estamos tan atravesados por la urgencia, la inmediatez y el ego, que nos estamos olvidando de comunicarnos con los que nos rodean. Creo que todo esto es multicausal, por lo cual no podemos achacarlo a un solo fenómeno”. El profesional pone el énfasis “sobre todo en los chicos; hoy existe una enorme demanda de salud mental, sean psicólogos, psiquiatras, psicopedagogos. Hoy el psicólogo está cumpliendo el rol que antes tenía la familia o los amigos, a quienes se recurría ante un problema y ellos estaban. Actualmente estamos tan inmersos en nuestras urgencias, que nos estamos olvidando de quienes están cerca; no tenemos tiempo para alojarlos, para contenerlos, hace que el problema que tenga no lo pueda resolver, pudiendo vivenciarlo a través de la agresividad, la angustia, la violencia e impaciencia”.
En otro orden, más social, sostiene que “hay indicadores o termómetros que indican cómo está una persona o una sociedad; hoy hay distintos estudios que dan cuenta de la cantidad de psicofármacos que consumimos los argentinos para tener un descanso, para poder descansar. En la fisiología del sueño uno sabe que la gente que tiene dificultades para el sueño tiene una dolencia o una molestia, sea un dolor físico, una digestión lenta o pesada, u otra cuestión que tiene que ver con el dolor psíquico, con una preocupación, un trauma; hoy están aumentando los últimos dolores. Entre los mayores de edad, el 58% de los argentinos está teniendo problemas para dormir, y con ello el consumo de psicofármacos. Eso es pan para hoy y hambre para mañana, porque esa persona va a dormir, pero no va a solucionar el problema que lo llevó a tener ese insomnio. Lo primero sería ver qué hace a esa persona que no pueda dormir, cuáles son preocupaciones, lo segundo es aplicar higiene del sueño, como relajaciones, meditaciones. Estamos tan inmersos en el apuro, que no somos conscientes de lo que pasa con nuestro cuerpo, y eso lo llevamos. No estamos encontrando canales saludables de expresión de lo que nos pasa; algunos lo pueden hacer a través de la crispación, y quienes no, lo llevan dentro del cuerpo”, enfermándonos.
Vuelve a subrayar que “en la era la comunicación, no nos comunicamos de manera eficiente. Tenemos tanta información, hay sobreinformación. Yo estoy trabajando en unos talleres sobre sexualidad en escuelas secundarias donde se observa a chicos de 15 o 16 años con terribles problemas de conocimiento, ni siquiera desde la formación biológica, no conocen su cuerpo, por ejemplo, saber cómo es su ciclo menstrual, mientras son personas que están activas sexualmente. Es decir, creemos que tienen todo tipo de información, que ya es sobreinformación y hace que se desconozca un todo”, analiza.
Respecto al diálogo con uno mismo, el psicólogo manifiesta que “no hay un contacto con uno mismo, somos una sociedad que necesita mucho ruido, no soporta el silencio, necesitamos tener algo de fondo, como música. Evitamos pensar en lo que nos pasa, en cómo nos sentimos; es muy difícil llegar a relajarnos y hacer el ejercicio de introspección para volver a nosotros mismos, primero para relajarnos y menos para saber hacia dónde ir. Estamos permanentemente distraídos. Por ejemplo, la gente valora de las nuevas plataformas de estreaming que no tengan pautas publicitarias, necesitamos de la inmediatez, pasar una pantalla con el dedo. Hay gente que te cuenta que se vio diez capítulos de una serie durante una tarde, y lo disfruta, sin tener ningún contacto. Hoy, la mayoría de la gente mayor de 40 años tiene un déficit de vitamina C, es decir que ya no nos toca ni el sol. ¡Somos seres sociales! Necesitamos de 8 a 9 años de otro ser humano para subsistir, y hoy nos estamos aislando, nos olvidamos de lo que somos. Toda aventura de un personaje que se ha quedado solo, como un naufragio, ha fantaseado con la creación de otra persona para comunicarse, porque no se puede estar solo, y hoy se busca lo contrario, la soledad”, ejemplifica.
Respecto al aislamiento, sostiene que “va directamente a situaciones de ansiedad, necesitamos de otro, compartir, ser escuchados y escuchar. El aislamiento lleva a comportamientos que no son sanos, tanto para el cuerpo como la mente, generalmente será una persona sedentaria, sin hábitos saludables. Además, nos quita la socialización. Al escapar de todo tipo de relaciones sociales, nos volvemos a situaciones primitivas, y ante un problema no tenemos las herramientas para resolverlo; ahí pueden aparecer cuestiones que tienen que ver con la salud mental. Dependiendo de la estructura de cada uno, pueden aparecer situaciones vinculadas a conductas adictivas, consumos como el alcohol, comida, drogas. Una adicción va a estar en reemplazo de algo que no se puede decir”.
Ante contextos sociales tan complejos, signados por el consumismo, se puede interpretar que la crisis económica nos priva del escape del consumo inmediato. Murgades reinterpreta que “existe igualmente la posibilidad de acceder a algo que no sea original. No podés alcanzar a una determinada marca, pero sí a una marca trucha. Sí creo que es un error que se nos hizo creer que todos podemos acceder a todo; con la idea de borrar diferencias, nos ha hecho mucho daño, porque todos somos diferentes, y en una situación económica también lo somos. Entonces vas a hacer lo imposible para acceder a algo que supuestamente nos merecemos, de ahí surge el pago en largas cuotas. Y cuando no podemos acceder a ese algo, aparece la frustración, y con ello es propicio que puedan aparecer situaciones de agresividad o apropiación de otra manera. Acá el tema es que se ha perdido esto de que cada uno tenga de acuerdo a sus posibilidades, no es conformismo, porque la persona debería buscar en un plazo a alcanzar a ello. El problema aparece con la necesidad de la inmediatez, como trabajar 22 horas o sacar un montón de cuotas porque no podemos manejar la frustración. Vinculado a esto, y, para terminar, aparecen los límites; se nos ha hecho creer que los límites son malos, que el no, no existe, que son autoritarios. Si no hay un límite, no hay un yo, no sabés dónde aparece el límite del otro”.