Señorita maestra

Señorita maestra

23/10/2023 - Leticia López es una de las referentes históricas del espacio educativo. Se muestra enamorada de su paso por las escuelas rurales, transmite el respeto por el otro, el compromiso para con los alumnos, porque la escuela “es el gran paraguas que los cobija” de realidades que pueden ser difíciles.

Leticia López tomó la vocación docente desde su propio seno familiar. Fue directora y docente en un sinfín de escuelas de la ciudad y de la zona rural, durante 32 años hasta que llegó a su merecida jubilación.

Empezó con la función de educadora con sólo 19 años, cuando terminó la secundaria, por en aquel entonces, esos estudios la habilitan para dar clase. Más adelante, redobló la apuesta y volvió a estudiar la carrera de magisterio, en el Instituto de Formación Docente N.º 27.

“En todos los lugares que trabajé la pasé muy bien, porque si vas con amor, recibís amor y si respetas a los chicos, ellos también te respetan”.

Leticia dijo que “volvería a elegir ser docente, en realidad, sigo siendo docente porque creo que, el que es docente por vocación, no puede dejar de serlo”.

 

 

Leticia López, estuvo vinculada a la educación de Bolívar, como directora y docente durante 32 años, a pesar que pudo haberse jubilado con 30 años de aportes. Por eso, que ahora como docente pasiva, “sigo disfrutando de cada 11 de septiembre, Día de Maestro y, además, fueron 32 felices años, que los volvería a repetir”, reconoció.

La hoy docente jubilada y ex secretaria general del gremio U.E.B, en todo su recorrido laboral, pasó por varias escuelas de la ciudad y de la zona rural. “En las urbanas, trabajé en todas, menos en la escuela N.º 51, porque nunca hubo suplencias. Yo empecé como suplente en la escuela N.º 38, cerca de Ordoqui. En ese tiempo tenía tan solo 19 años”.

Leticia, empezó de muy joven con la profesión de educadora porque antes, se estudiaba en el Instituto Jesús Sacramentado y se recibían de Formación Docente con el quinto año, donde también, daban práctica en el mismo colegio. Por eso, que cuando egresaban lo hacían con el título de maestra. Así fue que Leticia, al año siguiente ya estaba trabajando con el guardapolvo blanco.

La propia Leticia aclaró que, en esos años, “no se salía tan preparada como pueden salir ahora los docentes del Instituto que cursan el profesorado. Es más, yo terminé la secundaria en el año 1966 y en el año 1977 me recibí de maestra, cursando en el Instituto N.º 27”.

El tema de tomar el camino de la docencia venía desde el ámbito familiar, “,i madre quiso ser docente y los padres no la mandaron a pesar que tenía todo para estudiar en Pehuajó. Vengo de una vieja familia de docentes por el lado de mi mamá: maestras, directores, inspectores, cuando las docentes iban de vestido largo, en otra época muy distinta. A mí me gustaron siempre los chicos y siempre me quise ir a estudiar maestra para chicos con problemas auditivos; pero mi padre decía que no me podía mandar; pero después descubrí que era que no quería que me fuera de casa, yo era única hija”, recordó.

Leticia guarda los mejores recuerdos de su pasó por el aula y consideró que “la docencia fue lo mejor, sigue siendo así y seguiría siendo docente si me dejaran ir a trabajar un poquito. Yo quería ir de ayudante para colaborar en grupos numerosos; pero esa figura no existe, entonces, no lo pude hacer nunca”.

El trabajo en escuela de campo, en cuanto al rol docente, adquiere otras características. En lo que hace el resto, siempre fue igual, “porque cuando llovía, se inundaba y eso pasó antes y ahora, por eso, todo dependía del compromiso que uno tenía con los padres. La escuela que más recuerdo es la número 47, ex 140 en donde yo sabía que los padres, lloviera o no, ellos esperaban afuera a ver pasar la maestra por el camino. Así fue que piqué la chapa de un automóvil 147 y un Citroën, porque fui siempre a la escuela, con lluvia o con sol. Me parecía que, en ese momento, era algo especial que pasábamos juntos, era muy lindo trabajar con chicos de escuela rural. En esa época, ya teníamos una computadora, entonces, yo les enseñé a ser mis secretarios, haciendo las notas al Consejo escolar, pedidos; enseñar a servir la merienda cuando iba la inspectora, cosas que son necesarias para la vida en general y para que estuvieran actualizados. En realidad, en todos los lugares que trabajé la pasé muy bien porque si vas con amor, recibís amor y si respetas a los chicos, ellos también te respetan”.

Sin dejar lugar a duda, Leticia dijo que “volvería a elegir ser docente, en realidad, sigo siendo docente porque creo que, el que es docente por vocación, no puede dejar de serlo”.

Además de estar 32 años dentro del salón como maestra, Leticia sigue estando vinculada a la educación, desde otra esfera que es la sindical, siendo secretaria gremial de UEB, durante dos períodos de cuatro años. “Fue algo muy lindo, a pesar que fueron años difíciles, con muchos problemas, paros, paritarias y siempre traté de aconsejar a las afiliadas lo mejor posible. Fue un compromiso muy grande; pero algo muy lindo también. Hoy, la mayoría, por muchos factores, se jubila cuando cumple los 50 años y los 25 de servicio, aunque trabajando unos años más, el sueldo es mejor. También, es importante hacer carrera docente, no todos pueden llegar a ser inspector; pero si secretario o director en una escuela rural, porque mejora mucho la jubilación y esas cosas hay que saberlas, porque no solo es dar clases, hacer buen contacto con los alumnos, porque después uno tiene que vivir con la jubilación, pero para lograr algo más hay que sacrificarse”.

Como mensaje para todos los docentes, Leticia expresó que “amen a sus alumnos y los entiendan porque cada chico tiene una vida diferente y el gran paraguas que los cobija es la escuela. Nunca sabemos de dónde viene, qué drama traen encima, quizá alguno expresa algo más y sabemos su situación; pero cada alumno es uno y distinto a otro. A veces, la escuela se convierte para muchos chicos en el único lugar abrigadito que tienen, el único espacio donde se olvidan de otras cosas por las que están pasando. Sean docente con todo el amor que tengan y atienden a los alumnos como a sus hijos”, finalizó.  

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