Seba Cayre, guitarrero y buen narrador

Seba Cayre, guitarrero y buen narrador

21/04/2023 - El artista cambió de aires, pero con las ganas intactas de vivir de la música. Formado en varias carreras, explorador de melodías, curtido en peñas y escenarios, impulsa su proyecto autogestionado.

Por Melina Gómez.

Seba Cayre es músico, nació en Pellegrini y tras forjar su carrera en La Plata, se radicó hace ocho meses en Bolívar. En la actualidad está más enfocado en la producción musical, aunque no deja de lado la búsqueda constante de subir a un escenario. Además, tiene el pasatiempo de la detección metálica que lo vincula a otra de sus pasiones: la historia

La música siempre estuvo en su familia pero él no lo vivió directamente. Su padre “colgó la guitarra” luego de casarse, cuando todavía Seba no había nacido. “Mis abuelos fallecieron cuando era muy chico y no llegué a vivir las fiestas que se armaban en la casa. En Navidad y Año Nuevo se juntaban y eran todos músicos, mis viejos con mis tíos y primos tenían el grupo Los Nocheros que salían a dar serenatas, las tías cantaban y se armaban bailes en el galpón”, cuenta.

Esa vivencia le llegó a Seba como relato y, cuando se enfrentó a una guitarra, empezó a ampliar su conocimiento. “El tío Carlos siempre estuvo a la vanguardia de la música, animaba los bailes, yo veía los ensayos y cuando mi hermano quiso aprender a tocar la guitarra, me copié de él, a los 16 años”. Asegura que empezó como un juego, su idea hasta el momento era estudiar arquitectura y al aparecer el instrumento “me cambió un poco los papeles”.

Como no tenía muy en claro qué seguir, optó por Santa Rosa, La Pampa, donde comenzó la carrera de geología. Todavía no sabe el motivo de la decisión que lo llevó a inscribirse en esa área. Al poco tiempo dejó el estudio, trabajó en el casino y volvió a Pellegrini para dedicarse con su papá a la profesión de techista.

Dos años después se radicó en La Plata. Estudió durante dos años Música en la facultad de Bellas Artes, le interesaba el folclore, pero la formación tenía más que ver con la música clásica. “Me aburrí rápidamente, no me gustó y dejé”, recuerda. Más tarde, ingresó a una escuela de arte de Berisso y en paralelo daba clases particulares de guitarra. “Llegué a tener 25 alumnos de todas las edades, andaba en bicicleta y me recorría la ciudad de punta a punta. Me curtí así y soy profe sin título”, afirma.

De todos modos, estudió durante cuatro años la carrera de psicología donde cursó materias pedagógicas. “Eso me abrió mucho la cabeza y tengo los conocimientos de lo que estudié en Bellas Artes, en Humanidades y en la escuela de Berisso. También hice una tecnicatura en música surera, hice dos años”.

A la ciudad de las diagonales llegó impulsado por el músico santiagueño Marcelo Perea. “Él me vio condiciones para que vaya a estudiar música, me dijo ‘andate, no tengas miedo, el pueblo va a estar acá, si no te gusta volvés pero no te quedes con las ganas’”. Perea es pianista y Seba lo acompañaba con su guitarra. En 1998 fueron juntos a Cosquín, “fue la primera vez que fui, me pagaron y todo”.

El músico oriundo de Pellegrini desarrolló su carrera musical en el camino de la autogestión. Al mismo tiempo que estudiaba psicología se sumó al grupo Los Duendes de La Salamanca con el dueño de la peña La Salamanca, muy conocida en La Plata y que asiste cada año a Cosquín. Sobre esa experiencia destaca que “ahí me di cuenta que no sabía nada porque tocaba con gente que ensayaba semanalmente. Tenía un conocimiento muy básico y esa fue mi primera enseñanza fuerte, me tuve que poner a practicar y así mi escuela de música popular fue la peña La Salamanca”.

Luego comenzó a trabajar en el lugar, todos los jueves tocaba solo, con otros grupos o acompañaba a los músicos. “Pasaron cosas tremendas durante años, fui aprendiendo, sacaba canciones, fui fortaleciendo lo que tenía ganas de cantar, de cómo cantarlo y me fui curtiendo directamente en el escenario”, asegura.

Con Los Duendes de La Salamanca, al ser un grupo numeroso, se dificultaba poder tocar en otros lugares. El primer año que la peña asistió a Cosquín, en 2010, Seba también fue aunque ya no estaba vinculado a la banda. En más, desde 2012 hasta 2018 viajó al festival que tiene sede en la provincia de Córdoba de forma ininterrumpida. En 2017 subió al escenario mayor con Javi Caminos y Fran Lanfré con el espectáculo Tierra de Canciones. “Fue mi primera y única vez en ese escenario. Subimos en horario central, televisivo y fue hermoso”, recuerda.

En el último tiempo de su estadía en La Plata se presentaba como solista en diferentes lugares, incluida La Salamanca, y por fuera de la ciudad con contrataciones que llegaban de las provincias. Al radicarse en Bolívar se presentó una situación difícil porque “es complicado generar movidas folclóricas pero en La Plata que sí hay, también es difícil. Los precios se fueron por las nubes y se complica si pasan dos o tres fines de semana sin pisar un escenario”, sostiene.

De esta manera, Seba reafirma las dificultades que se presentan en el camino de la música, de la autogestión, que tiene etapas que van acompañadas de la situación económica del país. De todos modos, el músico reconoce que es poco tiempo el que lleva en esta ciudad y que ya tuvo propuestas de trabajo como brindar talleres. “Pasaron ocho meses pero pasaron muy rápido, construir vínculos con las personas y con las instituciones lleva tiempo. Estoy haciendo pie, al venir de un pueblo estoy acostumbrado”, resume.

Si bien hace un tiempo que no compone, la paternidad cambió la dinámica familiar, en este momento se aboca más a la producción. “Hay una canción que escribí y está lista para subir a las redes y otra que es de Javi Caminos, se llama Chacarera de un amor y pronto la vamos a estar subiendo”, anuncia. Además, junto a dos amigos terminaron un tema que es un trío vocal y también se presentará próximamente.

Respecto a la composición de letras, lo hace desde que llegó a La Plata. “Tengo el papelito guardado con la primera canción que escribí, no la terminé nunca, fue un intento de canción con cuatro o cinco estrofas. Después escribí ‘Pal abuelo’ que es un gato y ‘Al tranco lento’, que es una huella”, dice Seba y agrega que la mayoría de sus primeras composiciones integran su primer disco, Siembra.

“La composición tiene mucho que ver con el momento que va pasando uno, ahora hace mucho tiempo que el foco está en otro lado y dejé la lapicera en un costado. Igual nunca se deja de escribir”, completa.

Las temáticas sociales son las que sobresalen en las canciones propias del músico, aunque no aparezcan en todas las letras. “Las cuestiones de los pueblos originarios es un tema que me gusta mucho, me apasiona, lo estudié de forma particular y siempre apoyo la lucha. Con el movimiento feminista, lo mismo. Siempre me gustó apoyar las temáticas sociales y las luchas de determinados sectores, siempre del lado de la justicia”, define.

Seba cuenta con seis discos y un demo que “no me animé a lanzarlo como disco, lo replicaba en mi casa, lo copiaba”. Además, en sus canales de Spotify y YouTube tiene videos y material inédito. El último trabajo discográfico es de 2021, se llama Surero y es digital, a los demás los publicó en formato físico.

Como mensaje a quienes piensan iniciar una carrera musical, Cayre expresó “que la hagan de una, que construyan su propio camino que es cuesta arriba siempre porque en nuestra sociedad el arte no está visto como un trabajo, pero con el apoyo de la familia se puede. Cantar y tocar bien es el 30% para construir una carrera musical como solista, el resto es ser inteligente y saber cómo moverse en el medio, hacer contactos, mudarse de ciudad si es necesario o también se pueden hacer cosas muy profesionales en el lugar de cada uno. Aconsejo que vivan la experiencia porque, como dijo mi amigo, si se quiere volver para atrás, se puede. No hay que quedarse con las ganas de aprender a tocar la guitarra e intentar con la música para vivir de eso”.

 

El pasatiempo que lo vincula con la historia

Dentro de su gusto por la historia y la conexión con el cacique Pincen, dueño del territorio donde nació, Seba encontró desde que llegó a Bolívar un pasatiempo particular. Se introdujo en la búsqueda de metales, compró herramientas apropiadas y cuando sus obligaciones se lo permiten sale a buscar objetos antiguos por la ciudad. “No se puede hacer esas búsquedas en lugares históricos, está prohibido, pero voy a la plaza y al parque a buscar”, indica.

A los objetos que encuentra los guarda y los suma a su colección. Ya tiene monedas viejas, anillos, aros y un prendedor para el pelo, entre otras cosas. “Voy a poner a disposición cualquier cosa histórica que llegue a encontrar, si es que tiene valor. También hablé con la directora del museo para poner a disposición los equipos que tengo si quieren hacer alguna búsqueda en algún lugar”, termina Seba.

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