Salazar, martillero de sangre
24/11/2023 - Daniel Salazar sostiene que “la inmobiliaria es apasionante para el que la siente”, un negocio que se basa en "mantenerse" en el tiempo. Realza la importancia del respeto en los negocios y entre colegas y entiende que su fortaleza se centra en ser referente en la comercialización de campos.
A mediados del mes de octubre del año 1965, Daniel Salazar comenzó a incursionar en el mundo laboral con tan solo 19 años. “Entré en la inmobiliaria de mi tío, Ricardo Landoni y, como todo joven, que tenía necesidad de trabajar y hacer algo, me habrá visto alguna condición y me impulso en esta actividad. Antes, había mucha actividad, como remates y, además, no había tanta venta particular como en la actualidad. Yo me ocupaba de todo lo que era cartelería, ir a la imprenta a hacer los boletines, corregirlos, ir a los bancos, también éramos representantes de Alzaga Unzué con lo que se hacían las guías, sacar los certificados de vacunación, entre otras tareas”, enumeró.
Con el paso del tiempo, Daniel, le fue tomando el gusto a la profesión inmobiliaria y por iniciativa de su tío, fue a dar examen. Ya con el título de martillero, con 26 años, inició su propio camino.
Previo a lanzarse por su cuenta en el mundo del trabajo, siendo más joven, Daniel jugaba al fútbol en el Club Huracán, en las divisiones quinta y cuarta. “Con el Rodrigazo, el club venía de jugar la Copa Libertadores, no había quedado un peso, por eso, yo me vine y fue ahí cuando comencé a trabajar con mi tío”, recordó.
“La inmobiliaria es apasionante, para el que la siente”, definió Daniel y agregó que “es algo que llevo en las venas porque mi papá era martillero de hacienda. Se fue a la ciudad de Dolores, en el año 1945, falleció joven y no llegué a conocerlo. Mi tío, también trabajó en esto y es como que venimos de familia, lo traemos en la sangre”.
Haciendo una comparación de ese tiempo a la actualidad, Daniel consideró que “cambió todo”. En estos momentos que corren “hay que estar permanentemente evolucionando en lo que son técnicas de venta, ofrecimiento de propiedades, manejo de publicidad, entre otras cosas. Y el que no se adapta a eso, no sobrevive porque no es fácil. Mucha gente tiene la matrícula y no es tan sencillo mantenerse, como creo que pasa en todas las profesiones. Acá se da de pegar un par de ventas y, después pasa tiempo sin vender; pero igual hay que mantenerse”.
En este análisis, no se puede dejar de lado los procesos económicos nacionales, “dados los vaivenes de este bendito país, hay veces que quizá, no vendes nada en meses enteros y hay que bancar un montón de gastos igualmente”.
Además de estar actualizado permanentemente, Daniel destacó que es “importante que la gente te conozca. En comunidades chicas, todos sabemos quienes somos, nos conocemos y cuando hiciste una operación lo importante es quedar lo mejor posible, tanto con el comprador como con el vendedor. A veces no se puede porque hay malos entendidos, cuando hay documentación puede haber algo que no sale bien; pero en lo personal, no he tenido problemas con nadie, en la escribanía me atienden bien porque saben que no he llevado problemas”.
A modo de anécdota, el martillero contó que en una charla con el escribano Luis María Mariano, “me preguntó cuál era mi satisfacción después de hacer un negocio, a lo que le respondí en dos partes: por un lado, la comisión, porque trabajamos para eso y, por otro lado, quedar bien, porque a esa persona con la que cerré una operación, cuando me la encuentre en un mes o un año, en algún lugar, me salude con respeto o me recomiende con otro potencial cliente”.
Con respecto a la actualidad de los negocios inmobiliarios, dijo que “la situación está movida, por no decir complicada porque tenemos derecho a trabajar todos, hay muchos pibes jóvenes que realmente tienen ganas y mientras todos respetemos a los colegas, está bien”.
“En mi caso, he tenido la suerte de vender muchos campos y me he transformado en referencia de valores. Bolívar son 500 mil hectáreas, más zonas de influencia como H. Vega, Tapalqué, entre otros partidos que abarca un radio muy grande, en donde los suelos ni los valores son iguales, porque ningún campo es igual a otro”, distinguió.
A la hora de tasar una propiedad "hay que tener mucho cuidado porque si lo haces con valores reales, vas a vender; ahora si le pones de más, lo vas a tener toda la vida, no vendés, perdés tiempo vos y tu cliente. Cuando se trata de campos, muchas veces viene gente de afuera y su tiempo vale, por eso hay que tener algo concreto. Yo trato de tener mucho cuidado con eso, porque quizá no le vendo hoy; pero sí dentro de dos años o esa persona me recomienda a otra. Me he volcado más al campo porque no tengo tanta competencia con la ciudad, donde nos llevamos todo por delante, hay casas a la venta que tienen tres o cuatro carteles y, realmente estamos peleándonos entre nosotros. Y el comprador no sabe a quién hacerle caso, por eso, me corrí para un lugar como es la venta y arriendo de campos”.
Salazar, desde que se independizó y puso su inmobiliaria, prácticamente trabajo solo. En un comienzo estuvo con un amigo, Naldo Vivas, porque “cuando arranqué no tenía la práctica de la venta, sabía de papeles; pero me faltaba la calle, la charla, el convencimiento, es decir, el cerrar un negocio. Él era vendedor de autos y aprendí mucho”.
Durante un tiempo, Salazar no ejerció como martillero y estuvo trabajando en la Cámara de Diputados con “Pancho” Ferro. Cuando volvió a Bolívar, trabajó junto a Luis Macchiaroli, en el año 2001 con todo lo que eso implicó, “donde no se podía vender absolutamente nada”.
En el año 2005 volvió a trabajar en su propia inmobiliaria, reactivando la matrícula de martillero, en calle Las Heras y, desde el 2011 está en su actual local, de Venezuela 11.
Hace poco tiempo, Daniel sumó a su hija Belén, que estaba viviendo en Berisso, quien también es martillera. “Ella con su esposo decidieron cambiar de vida y venir a la ciudad. La idea fue que sacara la matrícula para trabajar en la propia inmobiliaria sin necesidad de instalarse en el mercado desde cero. Terminó de estudiar este año y se incorporó a la inmobiliaria conmigo”.
La idea a futuro, con la incorporación de su hija, es seguir estando y trabajando. “Me falta un par de años para jubilarme; pero cuando llegué la jubilación me gustaría seguir trabajando, en la medida que pueda, porque a veces te corre el tiempo por más que uno no quiera. El objetivo es que Belén vaya evolucionado y creciendo en la profesión”.
La profesión que eligió Daniel la definió “como un hijo”. Y agregó que “podría ser otra cosa; pero es lo que elegí, lo que valoro y aprecio y, también, lo que me llevó a crear una familia y vivir. Tiene momento lindos y feos; pero cuando uno hace un balance, en mi caso personal, es más que satisfactorio”.
Contacto: Venezuela 11, TE 2314 424974