Rocket, milanesas & pizzas
26/11/2023 - El bar y pizzería de Pico Zírpoli vive renovándose. Nacido antes de pandemia, tuvo que acomodarse a la nueva situación, y de ahí vino la reinvención: encontrar la pizza perfecta. De alma inquieta y emprendedora, el dueño siguió buscando la forma de satisfacer el paladar de sus clientes, agregó milanesas y bondiolas como su estandarte gastronómico.
Dante Nicolas Zírpoli, conocido como “Pico”, emprendió su emprendimiento gastronómico. En principio, acompañado por su hermano como socio, logró mantenerse a pesar de la pandemia que lo sorprendió a poco de abrir las puertas de Rocket.
El 23 de diciembre se van a cumplir cuatro años de la apertura de Rocket, lo que según definió su dueño, “empezó como una aventura con mi hermano. Yo tenía pensado poner un bar con comidas rápidas, como milanesas y pizzas, mi hermano me apoyó y a los tres meses que abrimos, nos agarró la pandemia”, recordó.
Ante la imposibilidad de tener abierto el bar, tuvieron que dar un golpe de timón y cambiar un poco el plan para dedicarse más a la elaboración de comida: “empezamos con mayor variedad de pizzas, que durante el verano que pudimos tener abierto, ya lo habíamos instalado. En ese entonces, teníamos cerca de 10 variedades de pizzas (hoy son más de 20), más milanesas, lomito, bondiola y hamburguesas. Algo que nos pasó cuando volvimos a la presencialidad, fue que las milanesas eran muy pedidas porque no son las que comes en tu casa, sino que son distintas como cuatro quesos, con panceta, ciruelas y nueces, entre otras variedades que elaboramos”.
Nicolás, a la hora de buscar emprender, siempre tuvo la idea de un bar, aunque si bien es cierto que por algo no pensado como lo fue la pandemia por Covid - 19, la situación lo fue llevando para otro lado, “hoy me se siento más cómodo con el Rocket actual que con lo que sería ese bar de inicio del proyecto”, afirmó. Al tiempo que agregó que, en lugar de resignarse, “soy una persona de no bajar los brazos y si veo una situación de adversidad, como lo fue la pandemia, hasta me siento más cómodo”.
Durante la pandemia la surfearon bien, apoyados en una buena movida en las redes sociales con sorteos y premios, ya que “estratégicamente lo hacíamos media hora antes de abrir y no con días de anticipación. Eso nos dio mucha visibilidad y pudimos mantenernos”. Cuando volvió todo a la presencialidad, “fue como arrancar de cero porque nunca habíamos estado trabajando en forma normal, fueron sólo los tres meses del verano previo a marzo de 2020. No era normal lo que había pasado”.
El dueño de Roket, reconoció que nunca antes había amasado una pizza. En un principio, compraban las pre pizza a Osvaldito Paties que “son excelentes”; pero en un momento “al comprarlas se nos iban los costos y al tener una pizzería propia, no podés depender de otra persona. Teníamos que tener nuestra pizza y nuestra identidad haciéndola nosotros”.
En el camino de lograr la pizza deseada, Nicolás empezó a buscar recetas y probar hasta lograr dar con la masa que le daría identidad a la pizza de Rocket. “Siempre me gustó cocinar, de hecho, mi idea era estudiar chef; pero pensé que como me gustaba tanto cocinar, si lo tomaba como una profesión, iba a dejar de gustarme, entonces, lo tomé como hobby. Así fue que de tanto amasar y ver recetas, un día mi hermano probó una y dijo es esta”.
Ni lerdo ni perezoso, al otro día compró una amasadora y todo lo necesario para empezar la producción de la masa. “Arranqué con tandas de 20 ó 25 en un tiempo de cuatro o cinco horas y hoy, hago unas 30 pizzas en dos horas”. En cuatro años que lleva Rocket, hay que tomar un promedio de 150 ó 200 pizzas por semana, lo que da un total aproximado de cerca de 35000 pizzas.
Siempre pensando en progresar, este año Nicolas visitó diferentes bares de Buenos Aires. Anduvo por Palermo, Recoleta, entre otros lugares y “me vine con un montón de ideas porque busco que Rocket sea una pizzería-bar; pero tenemos que la gente de Bolívar está acostumbrada a distintos sectores, entonces, por ahí van en busca de un lugar para tomar algo, lo acomodas para eso y quizá viene gente que quiere cenar, por eso buscamos esa complicidad entre bar y pizzería”.
En el último tiempo, el público se ha volcado más para la zona de la avenida Almirante Brown y dejado un poco la avenida principal de la ciudad. Nicolás opinó que “la San Martín va a seguir siendo la avenida principal haya o no oferta gastronómica, para mí ese es el lugar y de punta a punta de la avenida. Sí, es cierto que, para el lado de la Almirante Brown, se ha hecho como un polo gastronómico, aunque también, algunos han quedado en el camino por diferentes motivos. A nosotros nos costó mucho mantenernos en esta época, donde hay una recesión económica y también por el cierre de La Vizcaína. Al estar esa esquina cerrada, era como que costaba más que la gente venga hasta acá, que salga de la avenida”.
En busca de mejorar, Nicolás siempre está haciéndole un cambio a Rocket, “el negocio, todos los años o hasta incluso cada seis meses, tiene algo distinto. En plena pandemia, le compré la parte a mi hermano y cambié todas las mesas. Cuando volvimos, después de la pandemia, hice lo mismo. Luego, cambié el decorado y este año, pinté todo de nuevo, saqué una barra que ocupaba espacio pasando de 35 lugares a 68”, describió.
Para Nicolás, al cliente se lo cautiva teniendo en cuenta varias cuestiones. “Sé que la gente de Bolívar es muy exigente y siempre lo hablaba con el recordado “Pifu”, el cliente no es de nadie porque si la comida le llega fría, no le gustó o llega tarde, es muy probable que no vuelva más. Qué hacemos nosotros con nuestro equipo, por ejemplo, ante el aumento de la materia prima: ¿Bajamos los costos, las cantidades o seguimos con la misma calidad y aumentamos los precios? Elegimos este camino, tenemos la mejor muzzarella que viene a la ciudad, fiambres Cagnioli, usamos harina refinada que vale el doble de las demás, sabemos mezclar aceite con manteca y, todo esto, le da un toque de calidad. Estoy convencido que nuestras pizzas son distintas a las demás y siempre tratamos de, además de la calidad, que el producto que llevamos a la mesa del cliente tenga la cantidad justa. Tratemos de mantener el precio lo máximo que se pueda; pero si no se puede, tratamos de priorizar la calidad y cantidad”, remarcó.
Con relación al espacio, “tratamos de que esté mejor día a día, que sea práctico y que sea un ambiente para todos: el que quiere venir solo, en pareja, en familia, con amigos y la pasen bien. La atención, tratamos de que sea lo más rápida posible, no nos gusta las estructuras pueden atender los chicos o yo sin ningún problema”.
El dueño, es una especie de comodín y ha pasado por todos los puestos de trabajo de Rocket, “soy el amasador, dueño, mozo, cajero, hago delivery y lo bueno es que, la gente que viene, además de lo gastronómico, se lleva una buena experiencia”, destacó.
El rubro de la gastronomía no es fácil y si bien, en Rocket se intenta estar en todos los detalles, hay cuestiones que sobrepasan, como puede ser, la preparación de los pedidos, según explicó su dueño. “Un sábado a las nueve de la noche, llegan 25 personas juntas a 5 mesas diferentes y hay que darles de cenar lo que pidieron a la carta, en ese momento. Lo que tratamos es que en 15 minutos estén comiendo; pero cuando llega mucha gente junta, es más difícil por más que tengas todo listo y ordenado”.
En Rocket, trabajan cuatro personas; pero pensando en la temporada alta, se pueden sumar entre tres y cinco personas más. Mirando a futuro, la idea “es mejorar y siempre ir acondicionando el lugar. Se da que en verano la gente quiere cenar afuera y es porque adentro hace calor, por eso, este año vamos a sumar un aire para el interior y colocar más sillas y mesas para afuera”.
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