Nuevamente, la pesada herencia
18/12/2023 - A cuarenta años de la recuperación democrática vuelve a asumir un presidente de crisis. El tuitero que supo interpelar a la mayoría de la población y prometiendo un ajuste descarnado, desplazó a los Fernández de un gobierno marcado por los desencuentros.
Los cuarenta años de recuperación democrática nos vuelve a encontrar ante un desafío fundacional. ¿Qué hacemos los argentinos con el país que tenemos?
La sucesión de malos gobiernos, de crisis cíclicas -ya no los ponderados por Kondratieff, sino mucho más cortos y reiterados-, el peso de la deuda ilegítima sumada a la que han tenido (o querido) que afrontar los distintos presidentes, la falta de un destino, la ausencia de consensos y la zigzagueante dirección política (incluso dentro de una misma gestión), nos han llevado a una situación en la que hemos hecho de la elección del menos peor, un arte. Ahora tendremos que observar que esa obra sea vanguardista, rupturista, con dejos de empiojaduras improvisadas y vetustos resabios de lo más clásico y rancio de la vieja escuela.
Llega un Milei que, nuevamente, tendrá una pesada herencia sobre su gestión. El alocado y disruptivo hombre mediático y emergente del uso de las redes sociales, se ha puesto más conservador. Está asumiendo un presidente que ha tratado de ampliar su poder minimalista para sumar a muchos otros, tanto del PRO como del amplio espectro del justicialismo, los poderes provinciales y todo lo que pueda servir.
La consultora Invecq termina su último informe aduciendo que la gestión Fernández-Fernández ha dejado de herencia: “un rojo fiscal total inercial de 6 puntos del PBI; un entramado cambiario enredado y complejo, con múltiples tipos de cambio y restricciones; el dólar oficial más bajo los últimos ocho años; reservas netas negativas en casi US$ 11.000 millones; una economía desmonetizada y pasivos remunerados en niveles récord; y una inflación corriendo al 250%, con muchos precios reprimidos”.
La deuda pública de la Argentina supera los U$S 400.000 millones, otro récord histórico, tal como lo ha publicado la Secretaría de Finanzas del gobierno saliente. Desde 2005 el país presenta una tendencia alcista en su endeudamiento, derribando el mito por el cual Cristina Fernández también se endeudó (con pasivos en moneda extranjera que representaban el 70%), a lo que se agregó la de Macri (78%) y el de Alberto Fernández (superando el 100%).
Según el seguimiento del portal Chequeado, “en relación al Producto Bruto Interno (PBI), el porcentaje de la deuda de CFK al terminar su mandato fue inferior a la registrada por Macri. Ambos son superados por Fernández: los últimos registros oficiales ubican el nivel de endeudamiento por encima del 100% del PBI”.
El león electo tuvo que peinarse la peluca, dejar algunos de los propios de lado y forjar alianzas a vistas de poder establecer fuentes de poder que le permitan maniobrar en el Congreso, y si fuera necesario, hacer el aguante ante la inevitable crisis social que se avizora ante el prometido ajuste y liberación de precios a partir de la quita de subsidios. Parece no ser causal, pero luego de su elección, el gobierno saliente habilitó las subas necesarias para no sentir tanto el golpe de la nueva gestión, ya maltratada de por sí.
Más allá del apego o malestar que te genere el gobierno autodenominado libertario, nos queda pensar sobre el rol ciudadano, a cuarenta años de la recuperación democrática, de lo que nos está pasando con la política, la poca participación ciudadana y el enorme déficit institucional y dirigencial del país. Hemos normalizado la corrupción, la decadencia educativa, la violencia en las calles, la pobreza del 43%, una inflación del 143% y la necedad de establecer discursos por sobre los hechos. El PRO estalló en pedazos luego de ir a una PASO con un candidato que podía dar batalla por una general contra aquella que terminó de endurecer un discurso hacia adentro, lugar que no dudó ni 30 minutos de abandonar para subirse -una vez más al barco ganador-. Bullrich lo hizo nuevamente.
Desde el oficialismo volvió, cíclicamente, la bolsa de gatos. CFK fue la opositora más fuerte al gobierno de Alberto, una lucha por el poder que nos arrastró a todos. Una nueva muestra de la irresponsabilidad de los egos que debemos reclamar a nuestra dirigencia.
Hoy asume un hombre que ganó con el sentido común, interpelando a la sociedad desde las redes sociales y el show mediático, simplemente diciendo el sentir popular. Ya no es extremista, queda ver cuánto de ese modelo ideal y ficticio que propone -desde la panacea del roquismo agroexportador al supuesto liberalismo estadounidense- realmente puede llegar a concretar.
Queda claro que no queda lugar para un país de mezquinos, de aprietes, de gritos, de enojos, del negocio para los amigos. Quedará en nosotros parte de esa responsabilidad.
Lic. Marcelo Chillón