Los buenos hábitos desde temprana edad
19/06/2024 - En un mundo cada vez más sedentario, fomentar un estilo de vida activo desde la infancia es una prioridad. Una práctica que elevará el bienestar de nuestros pequeños hasta su vida adulta.
La necesidad de contar con una buena salud en la adultez, como la adquisición de buenos hábitos, puede -y debería- ser inculcados desde la infancia.
Un aspecto básico para la adquisición de rutinas es el efectuar una actividad física regular, lo que provoca un desarrollo óptimo en niños, tanto a nivel físico como cognitivo. La realización de un ejercicio regular mejora la coordinación, la fuerza muscular y la flexibilidad, a la vez que estimulan la mente y el cuerpo, tales como deportes y/o juegos de estrategia o trabajo en equipo, potenciando la memoria, la atención y las funciones ejecutivas.
El hecho de establecer un estilo de vida activo tiende a mejorar la coordinación, la fuerza muscular y la flexibilidad. Por otra parte, contribuye a prevenir enfermedades crónicas de aparición temprana como la obesidad infantil, diabetes tipo 2 y cierto tipo de cáncer, a la vez que se fortalece el sistema inmunológico, mejorando la salud en general.
En contextos sociales en que las personas adultas se encuentran abocados a realizar múltiples actividades, donde el exceso de trabajo y las demandas económicas son tan altas, la vida en familia se ve resentida. Para fortalecer los lazos familiares y propiciar la adquisición de hábitos saludables de manera temprana es recomendable tener algunas guías a cumplir.
Se pueden planificar actividades familiares al aire libre, haciendo excursiones en parques, paseos en bicicleta o juegos en el exterior; no solamente promueven el ejercicio físico, sino que fortalecen los lazos familiares, enseñando a apreciar la naturaleza.
Un factor importante es la realización de juegos y deportes en equipo, que respetando las edades, permiten explorar distintas disciplinas. Una vez hallada la que más disfruten, podrán fortalecer su sentido de pertenencia y motivación, incentivos necesarios para mantenerse en actividad.
Aunque parezca contradictorio, las tecnologías móviles pueden ayudar mucho. Si se hace un uso adecuado, se puede transformar en una herramienta para impulsar la actividad física, sea a través de aplicaciones de fitness diseñadas para niños, los videojuegos que requieran movimiento físico o dispositivos de seguimiento que permitan un ejercicio atractivo, divertido, que establezca retos y metas que se concreten a través de las mismas.
En relación a lo anterior está el uso responsable de esas mismas tecnologías, haciendo que los niños reduzcan el tiempo frente a pantallas, con límites claros, coherentes, estableciendo momentos del día y lugares libres de su uso.
A la vez se pueden proponer estrategias de movilidad autónomas, tales como la caminata o el uso de la bicicleta para concurrir a lugares como la escuela o espacios de entretenimiento, como también las actividades extraescolares. Lo recomendable es presentar al movimiento como una parte natural de nuestras actividades diarias.