La Antártida está transformándose, y con ello el clima global

La Antártida está transformándose, y con ello el clima global

15/02/2024 - El continente congelado viene en sostenido retroceso. A su valor geopolítico, la reserva de recursos naturales, la investigación científica y la tenencia compartida, hoy se le agrega la evidencia de su existencia como regulador climático del planeta.

La Antártida posee una centralidad global desde lo geopolítico, sea por su ubicación geográfica, la potencialidad de sus recursos naturales y por la investigación científica que allí se lleva a cabo. Pero los polos, son claves en el equilibrio climático del planeta, y el recalentamiento global los está afectando en forma acelerada.

Tal es esa importancia que obligó a los países reclamantes realizar el Tratado Antártico, que desde 1991 se ha mantiene indefinidamente como tierra de todos. Sin embargo, existen 57 países signatarios del mismo y son 29 los que tienen poder decisorio.

En un rincón remoto del planeta, la Antártida, con su vasto manto de hielo y su belleza helada, se alza como un baluarte natural que juega un papel crucial en la regulación climática global. Sin embargo, tras esa fachada de majestuosidad, se esconde una realidad que podría tener consecuencias devastadoras para el equilibrio climático de nuestro planeta.

En las últimas décadas, los científicos han observado con creciente preocupación el rápido derretimiento de los glaciares antárticos. Este fenómeno no solo amenaza la estabilidad de la región, sino que también proyecta su sombra sobre el clima mundial. El deshielo de la Antártida contribuye directamente al aumento del nivel del mar, una amenaza inminente para las comunidades costeras en todo el mundo.

Los efectos de este deshielo ya son palpables, con eventos climáticos extremos y cambios en los patrones meteorológicos. A medida que las aguas antárticas se liberan al océano, se alteran las corrientes marinas, generando impactos en cascada en los ecosistemas marinos y la vida silvestre. Este desequilibrio tiene el potencial de afectar las pesquerías, con consecuencias directas para la seguridad alimentaria global.

Algo muy simple es el efecto “espejo” del casquete polar, que es el de “devolver” o reflexión de los rayos solares, haciendo más tolerable la temperatura en la tierra. A menos superficie congelada, más temperatura.

Lo precedente va de la mano del rápido derretimiento de los casquetes. Cuando la comunidad científica esperaba un rápido retroceso y una lenta recuperación, lo segundo no está ocurriendo, haciendo que en los últimos 25 años se ha perdido el 40% de la superficie congelada. Asimismo, el grosor de las plataformas de hielo disminuye, haciendo que el derretimiento sea aún más rápido.

La Antártida, a menudo vista como un congelador gigante, actúa como un regulador térmico para el planeta. El derretimiento masivo podría alterar este papel, desencadenando eventos climáticos extremos en distintas partes del mundo. Sequías más severas, inundaciones catastróficas y tormentas intensificadas podrían convertirse en la nueva normalidad si no se abordan de manera urgente las causas subyacentes del cambio climático.

El año 2023 fue el año más caluroso de la historia reciente. Las mediciones comenzaron a realizarse en 1850, durante la Revolución Industrial. El año en curso será peor, con una media de aumento en la temperatura de 1,5°C, y una de las causales que señalan los científicos, es el deterioro del hielo antártico.

Además, el aumento del nivel del mar amenaza con sumergir islas bajas y áreas costeras densamente pobladas, desplazando a millones de personas y generando crisis humanitarias a escala global. La seguridad nacional también está en juego, ya que la redistribución de recursos y la migración forzada podrían desencadenar conflictos y tensiones geopolíticas.

La Antártida, lejos de ser un continente aislado, está entrelazada con el destino climático de la Tierra. La comunidad internacional debe unir fuerzas para abordar este desafío, implementando medidas efectivas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y preservar este último bastión de hielo. De lo contrario, las consecuencias climáticas globales podrían superar cualquier esfuerzo individual y sumir al mundo en una realidad climática caótica e impredecible.

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