“En el taller me siento feliz”

“En el taller me siento feliz”

19/12/2024 - Matías Santana está en el mundo de la mecánica de motos desde su adolescencia. Influenciado por un amigo y su padre, decidió hacerlo por su cuenta. Hoy lo sigue su hijo en la pasión de la reparación y venta de repuestos.

Matías Santana, tiene una rica historia relacionada al oficio, en el que se inició ya hace mucho tiempo y lo llevó a posicionarse en un lugar indiscutido en el rubro de la mecánica de motos vernácula.

“Hace bastante tiempo que comencé y, al día de hoy, no puedo creer que hayan pasado 35 años con este trabajo”, fueron sus primeras palabras. Todo comenzó cuando Matías era adolescente y visitó a un amigo, que es el Chicato” Sproviero, “quien hoy es mi colega y tenemos una muy buena relación desde aquel entonces hasta el día hoy. Él se estaba iniciando en la mecánica de motos y comenzamos a hacerlo juntos”.

Con su amigo, se lanzaron al oficio casi desde cero, “Chicato” había tenido una experiencia en Lacunza Motos, cuando tenían alrededor de 15 años.

El primer lugar de trabajo, fue en el lavadero de la madre del amigo de Matías, “algo que no me olvido nunca más”, agregó Matías y luego de dos años de trabajo en conjunto emigró hacia lo de Diego Antoniano.

La segunda etapa como mecánico de motos fue en lo Speedway Motos con Diego y Germán, durante tres años y medio. “Mi papá, el Colo Urrutia, había empezado a arreglar motos grandes y un día decidí venirme a trabajar con él y, de a poco, empezar a andar mi propio camino”.

El taller, ese ese momento, estaba en calle Sáenz Peña 239, que era la casa de la madre de Matías y luego, se instaló en el actual local, cumpliendo 35 años, “más que feliz porque he tenido el apoyo de la gente de Bolívar, también de la zona, como Urdampilleta, Pirovano y otros lugares. Y eso me pone más que contento porque se nota que uno ha hecho las cosas bien”.     

A la hora de inclinarse por este oficio, Matías dijo que “siempre me gustó la mecánica y, más que nada, las motos. Soy un apasionado porque vengo al taller y siento tranquilidad, es mi lugar, paso el mayor tiempo del día en mi taller, que muchas veces mi familia me reclama porque son muchas horas acá dentro; pero es mi pasión. En el taller me siento feliz”, resumió.

Luego de tantos años en la actividad, sus seguidores son muchos y ya son casi como un gran grupo de amigos, “tengo una clientela muy grande y tengo mucho trabajo. Yo siempre le digo a Mati, mi hijo, que empezó a trabajar conmigo, que uno tiene que transitar por el camino de verdad, si alguien le digo que le hice el service, se le hace y eso me deja muy tranquilo porque es la forma en que hay que manejarse y creo que eso ha hecho que tenga tanta clientela y trabajo, por lo cual, les agradezco a todos por tantos años de acompañamiento”.

Su hijo Matías, que creció en el taller de motos, empezó a sumarse al trabajo junto con su padre para continuar con la actividad. Si bien la idea es empezar a delegar un poco en su hijo, Matías padre fue claro y expresó que “voy a seguir acá porque esto no me puede faltar, vengo hasta los domingos, aunque sea un ratito; pero tengo que venir”.

En cuanto al servicio que prestan es reparación de motos, a excepción de motos grandes porque “mi papá ya no está en esto, se dedica a otra actividad. Pero lo que son motos de cilindrada de 110 a 250, cualquier marca, son reparadas y revisadas en el taller”, explicó. También, en el último tiempo, sumaron la venta de repuestos, algo que también suma “para que el trabajo salga más rápido y en menor tiempo”, precisó.

Pasaron 35 años desde el comienzo y todo evolucionó, como lo hicieron las motos, “no se puede comparar esa época con la actual. Ahora ya son motores de cuatro tiempos, tienen otra tecnología, acostumbrados a la vieja Zanella 50, es todo distinto. Los materiales son otros, por ejemplo, las motos chinas andan muy bien y tienen buenos repuestos, son muy confiables”, explicó Matías.     

Antes el trabajo era más sencillo, ahora todo se ha tecnificado mucho. “Creo que hasta era más artesanal como, por ejemplo, hacer una carburación, eran dos tiempos, es decir, que no tenían válvulas y era más sencillo, aunque cuando me inicié, me parecía que era más complejo. Con el paso del tiempo, todo ha mejorado y esos motores de cuatro tiempos, andan muy bien”.

También, hoy hay más herramientas que van de la mano con los cambios y la evolución de las motos, que “permiten mejorar desde una carburación con un ultrasonido, pasar por un scanner y todo lleva a mejorar el trabajo. Siempre nos estamos actualizando y tratamos de incorporar nuevas herramientas para estar a la altura”.

Bolívar cuenta con un parque automotor de rodados chicos que llama la atención. “Te quedás asombrado con la cantidad que de motos que hay, es raro que en una casa no haya una moto y hasta dos. A mí nunca me ha faltado trabajo y es, lo que hablo con los chicos del taller y mi hijo, que quizá el trabajo es mucho y continuo porque siempre hemos ido por el buen camino, al ser responsables en lo que hacemos y, al mismo tiempo, confiables”.   

La forma de trabajo depende de la demanda, porque la idea es cumplir en el menor tiempo posible con los trabajos que ingresan. “A veces se complica porque quizá tengo en mente que voy a terminar una moto y me entran otros rodados y me atrasa lo planificado, es algo que no se puede manejar, porque a diario me llegan motos. Quizá vienen del campo con una moto, ya se hizo el viaje hasta acá y no lo puedo dejar o decirle que la traiga otro día. A veces lo solucionó metiendo más horas; pero también me dedicó a otra actividad, que son las colmenas y, en el verano, es la época de mayor demanda; pero siempre le ponemos garra y lo mejor para salir adelante porque estamos muy contentos con nuestro trabajo”.

Contacto: Rondeau 157. TE 2314 622993

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