El señor del martillo

El señor del martillo

27/06/2024 - Juan Carlos Cardiello, Macacho, un hombre en el que se equilibran sus 45 años de ventas y la adquisición de miles de amigos. Dedicó su vida a los remates, a la comercialización y al fútbol. Hoy, ha retirado, solamente lo hace como visitante.

Reconocido por todos como “Macacho”, Juan Carlos Cardiello, se jubiló como martillero después haber desempeñado esa profesional durante 45 años.

Haciendo un poco de historia, Cardiello llegó al mundo de los remates por consejo del Juez de Paz de aquel entonces y su amigo personal, Víctor del Carmen Chiclana, “que me vio condiciones para esa tarea”, comentó. Siguiendo ese consejo, se fue a estudiar a la ciudad de Azul, ya que Bolívar pertenece a ese distrito. “Me tocó la conscripción 27 meses y 14 días, Marina (la Armada Argentina) en la época de la contra revolución del general Valle y tuve como jefe, al que mandó la flota de mar, desde Puerto Belgrano y también, estuve bajo las órdenes de Isaac Francisco Rojas, más la posibilidad de ser custodio de sus hijas; pero como yo quería estudiar, le pedí al jefe de personal que me eximiera de esa función”, expresó con gran poder de memoria.

Terminada su etapa como “colimba”, Juan Carlos volvió a Bolívar al comercio de su padre -una casa de venta de vinos y sodería- para luego dedicarse a su profesión.

Con su comercio, estuvo en dos puntos de la ciudad, a pesar de estar tantos años con su trabajo de rematador: comenzó en un local, en calle Las Heras 233 y luego “pasé a mi depósito propio, en calle Güemes 640, hasta que llegó mi jubilación”.

Lo que conserva, a pesar de haber dejado de rematar, en una disfonía, propia de tantos años usando como herramienta de trabajo su propia voz, “he hecho remates de siete u ocho horas sin parar. Cuando hice lo del hospital, estuve trece horas y media, de las 9 de la mañana hasta las 22:30 horas, porque había gente a las nueve, a las diez, a la tarde y a la noche. Y cuando hay gente, no se puede parar, hay que seguir”, precisó.

Durante casi toda su carrera, las cuerdas vocales sufrieron un desgaste importante ya que casi todos los remates se hacían “a capela”, sin ningún tipo de soporte que ayudara a amplificar la voz. En los últimos años, “teníamos un pequeño micrófono; pero nada que ver a los adelantos tecnológicos que tenemos, hoy donde se ha avanzado muchísimo”.

Cardiello, siempre se dedicó a la parte de los remates dentro de su profesión. También se recibió de martillero judicial para toda la provincia de Buenos Aires. “Rematé en Junín, Mar del Plata, Tandil, Azul, Olavarría y también en Bolívar”. 

Desde que se jubiló, “Macacho” no fue más a un remate, sí sabe ir a visitar a Sergio Croce, que también se dedica al rubro; pero lo hace en carácter de amigo, “a quien muchas veces le hice remates”, añadió. Donde tampoco se lo ve es en las canchas de fútbol, reconocido hincha de Independiente, donde en su momento fue técnico del conjunto “indio”, coincidiendo con unas de las mejores etapas deportivas del club.

Para Cardiello, en la profesión de rematador, hay dos tipos de prácticas: el remate judicial y, por otro lado, el remate regular. “Siempre hay que ponerse de acuerdo con los dueños de los bienes para que no haya ningún tipo de problemas, con respecto a los precios de base que van a salir de cada objeto a la venta y se hacen en un depósito del propio rematador o en una casa de familia, que quiere vender los bienes. Y después, está el remate judicial, que es más dedicado y hay que tener en cuenta la publicación de edictos, el sellado y la comisión del martillero. Y algo importante es que cuando cae el martillo, en este tipo de remate, el público no tiene que retirarse para ver si el comprador reúne los requisitos que están establecidos en el edicto judicial”, explicó.

Cardiello empezó como rematador cuando estaban Gallo Corriente, Francisco Alabart, los hermanos Martirani, Ricardo Landoni, “toda gente muy capaz”, reconoció y, si bien había remates, en los últimos años hay muchos más, por eso definió a Bolívar “como una sociedad del remate, porque a la gente le gustan asistir”.

Casi como una moda, en el último tiempo, lo que se ha impuesto es rematar todos los objetos de una casa para dejarla sin nada y poder venderla o alquilarla. “Lo que se hace es sacar las cosas que se van a quedar o que no quieren que se subasten y el resto va a remate”.

También, se suele dar, que la gente se acerca a las casas de remates a comprar en forma particular. “Lo que quedaba en los remates, se pasaba para ventas en forma particular o, a veces, eso se daba por solicitud de los clientes que pedían que ciertos objetos se vendieran de forma particular y no en el remate”.

Con 45 años en su espalda, Cardiello recorrió gran parte de la provincia con su trabajo, lo que “me dejó muchos amigos”, al tiempo que agregó que “hay gente de mi edad que me saluda y ni lo conozco porque también me quedaron miles de conocidos y, eso también, da entender cómo se ha portado uno con el paso del tiempo. Por eso, esto es una gran satisfacción, más allá de lo económico que es importante para poder vivir y mantenerse”.

En tantos años, en donde es difícil sostenerse tanto tiempo en un trabajo, eso indica que se han hecho bien las cosas. Así fue que fue reconocido por el Centro de Martilleros local por tantos años de profesión, en forma ininterrumpida, donde según él mismo “me ayudó mucho la salud”.

Además de su labor como martillero y rematador, otra de sus pasiones es el fútbol, fue técnico de Independiente de Bolívar en el torneo regional, donde compartió la punta con Olimpo de Bahía Blanca, quien salió campeón por sólo dos goles de diferencia. “Eso fue en los años 79 ,80, un torneo de toda la provincia de Buenos Aires y, en ese entonces, Independiente tenía un gran equipo con Marcelo Del Río, Cestona, Pato Castro, Olivieri, Canepare, entre otros grandes jugadores. Independiente llegó a estar tres años y ocho meses invictos en la liga local, en los años 1962-63. Fue un equipo reconocido en toda la provincia.  Siempre me gustó el fútbol”, cerró.  

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