“El músico, cuando toca un instrumento, no necesita hablar”

“El músico, cuando toca un instrumento, no necesita hablar”

28/03/2023 - Oscar “Gringo” Cardoso es un trovador y un trotamundos de la vida. Cantor y guitarrero desde la cuna, dice estar “muy agradecido con todo lo vivido; pero si hay algo que deseo es vivir más para seguir tocando la guitarra, para seguir andando”.

El “Gringo”, como todos los conocen, vive desde hace años en el barrio San José, “lugar donde soy muy feliz”, destacó y donde también prepara todos los días su programa radial y enseña a tocar la guitarra.

La familia de Oscar Cardoso vivió en una casa de calle Mariano Moreno 611. El padre del “Gringo” era cementista, su madre se dedicaba a las tareas del hogar y eran 7 hermanos. El padre tocaba la guitarra de forma intuitiva, “tenía un compás impresionante para tocar el instrumento, en aquel entonces, no había televisión, teléfono, internet ni nada”, recordó.

Fue justamente su padre el que les fue inculcando la guitarra; pero siempre con una observación: “él tenía el celo que por la guitarra podíamos agarrar por un mal camino, cosa que cuando “Pachín” Asín me fue a ver para tocar en un conjunto le costó mucho. Mi padre le dijo cómo estaba educado y no quería que tomara un mal camino”, resaltó una de las enseñanzas de su crianza.

Desde muy chico, con sus hermanos, cantaban en las fiestas que hacia Pezzali, o eventos familiares, muy lejos de los grandes festivales de hoy en día. Pese a esto, el único que siguió con la guitarra de todos los hermanos fue el “Gringo”.

En casa siempre había una guitarra y yo no sabía tocar. Un día estaba engripado en cama y miraba esa guitarra. Se la pedí a mi mamá y ella no quería por temor a que se enojara mi padre. Tanto insistí que me la dio y tenía en la cabeza la melodía de silueta porteña haciendo los tres compases perfectamente. En ese momento, tenía 8 o 9 años y no la dejé nunca más, recuerdo que mi viejo se quedaba en la cama y yo con la guitarra dele tocar y tocar”.

El anhelo del “Gringo” era estudiar música y, en ese tiempo, la familia lo que quería de sus hijos era que trabajaran más que estudiar el secundario. Y por sobre todas las cosas, “nos formaban para portarnos bien y no robar”, destacó. Cuando terminó sexto grado pudo hacer el secundario trabajando en el almacén “El inglesito”, “donde estaba Don José Goya, que fue un gran escritor de Bolívar, un hombre muy culto y eso a mí, me sirvió muchísimo”. En la esquina de donde hoy está La Coope, estaba el “Negro Valba donde siempre iba porque tocaba la guitarra. Él fue quien me dijo que venía una profesora de 9 de Julio a enseñar; pero yo no podía. Así fue que él me compró los primeros libros y me pagó los primeros meses para que yo pueda estudiar. Noemí Salas enseñaba muy bien guitarra (daba en la casa que era del doctor Solís) y yo me devoraba los libros durante el año que tomé clases. Vino la concertista Irma Ramal a tomar examen del primer año y después de rendir me pidió que tocara como yo sabía y se quedó admirada al punto que me preguntó cómo tocaba así. La respuesta fue que mi padre me enseñó unos tonos y después aprendí solo”, comentó.

La casa del “Gringo” siempre era visitada por guitarristas que serían sus referentes, como Atilio Trejo, Oscar Gallo, Iglesias y “desde chiquitito iba mamando todas esas cosas, por eso, es que siempre estuvimos rodeados por la música”, afirmó.

Después siguió aprendiendo a tocar con Rogelio Cañas, “quien venía de un conservatorio de Buenos Aires y me enseñó mucho”.  Trabajando de albañil, el “Gringo” se lastimó y se empezó a dedicar a la música. Fue al Conservatorio Artístico y Musical de Buenos Aires, que está cerca de Constitución, a hacer la carrera para ser docente de guitarra. “Me puse a tocar y me dijeron que tocaba muy bien de oído y José Rivero, que era guitarrista de Nely Omar y profesor de ese instituto me hizo una observación: tenés mucha digitación; pero te hace falta posición; por eso aprendí más de teoría y solfeo. Así fue que rendí el examen y después tuve alumnos cuando viene a Bolívar. Fue una época muy linda, porque eran momentos muy duros, donde nuestros padres querían que trabajáramos y nos portáramos bien, es decir, nos educaban de la misma manera que educaran a ellos”.

En la actualidad, el “Gringo” acompaña con su guitarra al Paisano” Mireya. “Tenemos jineteadas por todos lados y me voy a dedo hasta Dudignac, porque no hay colectivo ni nada que me acerque. Por eso salgo caminando; pero el día que deje de hacer eso, morirá una parte de mi vida, a mí me encanta hacer dedo”, dijo a modo de confesión.

Gran parte de su vida, cerca de 25 años, el “Gringo” la lleva recorriendo infinidad de lugares con sus coplas y su guitarra. “Esta forma de vida la aprendí con Nemecio Benítez porque, en aquel entonces, se guitarreaba en los boliches, uno de esos tantos lugares criollos era “Busca Vida”, de “Cacho” Martínez; pero todos fuimos caminadores, porque era una forma de conectarse con la gente”. Y sobre el público, el “Gringo” consideró que, “en ese entonces, se llenaban los boliches y la mejor plata es la que te ganas cantando, así sean dos pesos, tiene mucho valor”.

Como trovador y trotamundos, el “Gringo” recorrió todos los pueblitos de Santa Cruz, con Carlitos Prieto. “Primero salíamos los viernes y volvíamos los lunes, después de jueves a martes; lo que me hizo pensar de dejar la radio porque era una cosa o la otra. Un día, en un pueblo de Santa Cruz, estaba a punto de decirle que iba a dejar; pero se me adelantó él al decirme qué sería de mi vida si no estuvieras a mi lado, con lo que tuve que seguir junto a él”.

Si bien recorrió muchas zonas del país, como dice el propio Cardoso, “la patria es grande” y le quedan lugares por visitar. La provincia de Buenos Aires “la he caminado toda y otros lugares, fuera de ella, también”.

Consultado sobre lo que le quedó por hacer dentro de la música, respondió que “esa pregunta me toca el alma, porque lo que yo veo es que de 10 round ya hice 9. A mi lo que me gustaría, en este momento, es tener más tiempo en la vida para seguir andando, porque todo tiene su momento. Estoy muy agradecido con todo lo vivido; pero si hay algo que deseo es vivir más para seguir tocando la guitarra, para seguir andando, ser un referente y mostrar que, a través de la música, se puede ser buena persona”.

A modo de resumen, el “Gringo” no se imagina sin las coplas y su guitarra. “Creo que es una sola cosa. El coplerio, la guitarra, la charla amena; a veces no tenés guitarra e igual estas tocando cuando hablás o viceversa. Siempre traté de tomar cosas de todos los que tuve a mi lado, como el Trabuco” González, que lo acompaña a Argentino Luna y tantos otros a los que considero referentes, porque nunca los músicos se negaron a ayudar, ya es como que tienen la prédica de la enseñanza”.

Tanto salir a tocar como enseñar a quien quiere aprender guitarra, lo reconforta de la misma manera. “Cuando yo enseño guitarra, atrapo a la familia y siempre digo, a todos los lugares que voy, que la familia es el sostén de la patria”.

Los hermanos de Oscar, también siguen con la música: Jorge Abel y el “Maca” tienen el dúo “Los Caminantes”. Alberto toca muy bien la guitarra y canta, y los bisnietos de mi hermana van a danza, es decir, que la música es como que se hereda, es compromiso con la vida y la mayor riqueza que me puedo llevar es ver que los más chicos toquen un instrumento o que hagan deporte”.

A modo de mensaje, dejó en claro la importancia de acercarse a la música, sobre todo, los más jóvenes: “que estudien un instrumento, cualquiera que sea, que se dejan atrapar por la música. El músico, cuando toca un instrumento, no necesita hablar”.

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