El Duke de la tijera

23/04/2025 - Daniel Romera lleva 45 años como peluquero. Luego de varios trabajos, se jugó por el oficio que le permitió edificar una vida y enamorarse del mismo; pasaron generaciones que aún lo acompañan.
Daniel Romera, cumple 45 años como peluquero. Se desempeñó en otros trabajos; pero decidió ser peluquero, desde el año 1980, cuando abrió su local al público.
Sus inicios en el oficio de la tijera y el peine, datan de cuando Daniel era un joven que ya había pasado por varios trabajos. “Con esto de la peluquería empecé en un local en calle Sargento Cabral y Moreno, donde estuve ocho años y luego, me mudé al lugar actual, en Galería Horizonte, donde llevo 37 años ininterrumpidos”, expresó para interiorizarnos en su historia.

A Daniel nunca se le había pasado por la cabeza ser peluquero, incluso, había estado en otros trabajos que no guardaban relación con su actual profesión. Fue empleado en Casa Mazucca, también se dedicó a la apicultura, trabajó en Casa Ñaró y fuera de Bolívar, estuvo en Daireaux. “Cuando mi papá estuvo complicado con su salud, dejamos Herrera Vegas, donde teníamos un almacén de ramos generales y nos vinimos para Bolívar. Como no podía seguir estudiando quería algo de forma independiente y así fue que, por medio de un familiar, empecé con lo de peluquero, practicando con el “Bocha” Scarilo, hasta que en 1980 comencé con mi propia peluquería. Dejé de trabajar en Casa Ñaró, que estaba al lado del Cine Avenida y yo era el encargado de ventas, para dedicarme exclusivamente a la peluquería y al fútbol, su otra pasión”, relató.
Dentro de su actividad, ha sorteado varios obstáculos y hubo momentos de altibajos; pero nada hizo renunciar a su trabajo. “Me casé en 1982, dos años después de haberme largado con mi peluquería; mi hijo Cristian nació en 1983; pude terminar mi casa y siempre pasando momentos buenos y otros no tantos, desde lo laboral”. Sobre esto último, agregó que “empecé con suerte y siempre me acuerdo que el primer día hice seis cortes, un promedio que nunca bajó. Después tuve años muy buenos de 25 ó 28 cortes diarios. Estos últimos años y, sobre todo, después de la pandemia, bajó un poco el trabajo”.
Sobre el oficio y sus cambios en el tiempo, Daniel se detuvo para hacer foco en un aspecto. Sostuvo que antes “no había la competencia que hay ahora. Esta situación a mí me agarró con más años, hoy hay muchos pibes que han instalado barberías como le dicen ahora, y debe haber cerca de 15 o más que abrieron en dos años, algunos cerraron, otros no; y eso nos sacó a los peluqueros de antes, cortes que hacíamos en la franja etaria de 5 a 18 años. Pero yo me mantengo bien a pesar que esa competencia fue muy fuerte porque se lanzaron muchos a lo mismo. Antes, en mi comienzo, empecé yo y no abrió nadie más, éramos muchos menos que en la actualidad”
Con relación a los cortes de moda, “siempre hay que irse adaptando. Hoy, en los lugares que se conocen como barberías, los cortes se hacen con la máquina y permite hacer todos los cortes de moda actual”. Y lo que también cambió fue la esencia del oficio, “hoy, todos los nuevos que se inician, no hacen lo que es realmente el trabajo de peluquero, ya que los tiempos cambian. Antes era peluquería y barbería con los sillones donde se colocaban los accesorios como polvera, navaja, afeitadora. De hecho, yo tengo todavía un sillón de ese tipo, que data del año 1928. Dejé la navaja cuando surgió lo del SIDA, por miedo a los cortes y un posible contacto; pero antes se trabajaba de esa manera”.
Daniel en su peluquería, hoy hace solo cortes de pelo, “los más jóvenes que siempre piden algún corte que ven, sobre todo, en algún jugador de fútbol, con máquina y luego, lo más tradicional o clásico con tijera”, diferenció.
El peluquero, mientras realiza su trabajo, entabla una relación con su cliente, que ya es habitué del lugar, lo que permite lograr mucha confianza y amistad entre ambos. “Tengo clientes de mi edad, algunos desgraciadamente ya no están; pero mantengo un número lindo a quienes les agradezco porque siempre vuelven y, después de tantos años, se da que vino el abuelo, el hijo y ahora el nieto, es como que las generaciones van pasando y eso es lo lindo que me queda”. Y en cuanto a la amistad, “la va generando ese vínculo de tantos años donde uno a veces termina siendo, sin tener la capacidad o las herramientas, un psicólogo con sólo poner las orejas para escuchar al otro. Eso se da porque confían en uno y, a veces, hay cosas que escuchás que te ponen mal”.
En otro orden, El Duke ha sido el peluquero de los intendentes, ya que él relata que por su salón han pasado Félix Bereceartúa, Julio Ruiz, Juan Carlos Reina, Juan Carlos Simón, José Gabriel Erreca.
Luego de tantos años de trabajo en su peluquería, hubo un momento de quiebre donde Daniel dudó en seguir o no. Esa época fue la pandemia de hace cinco años donde perdió a su pareja Nora. “En ese entonces, estaba mal, hace un año me operaron del corazón. Durante el COVID -19, entré en el grupo de personas de riesgo por mi edad y no podía abrir como se había permitido a algunos sectores; pero luego pude hacerlo con todas las medidas de prevención como barbijo, máscara, cerrando a las 16 horas y trabajando con menos turnos”.
Para Daniel, desde que empezó hasta el día de hoy, se siente “un enamorado de la profesión, me encanta y si tuviera más años para poder seguir lo haría sin ningún inconveniente. Es una profesión muy noble y linda: llegás a entenderte con un niño pequeño, que a veces se larga a llorar y terminás arrodillado cortándole el pelo o con personas más grande con quienes podés conversar, acordar o no; pero siempre con respeto”.
Contacto: Ignacio Rivas 35