De ser felices se trata

De ser felices se trata

27/02/2025 - La infelicidad hace valorar nuestra felicidad. Las emociones negativas nos ayudan a ordenarnos en la vida. Los malos momentos tienen la función de valorar la buena racha. Se invita a trabajar en contra de la presión de las redes sociales.

¿Se puede medir la felicidad? Algunos definen la felicidad de una manera que no coincide con otras, incluso en otros momentos de esa misma persona. ¿Sumamos momentos de felicidad? ¿Tenemos una vida feliz?.

Un español radicado en Dinamarca se puso a trabajar en el tema. Lleva 20 años haciendo un estudio que comenzó como un desafío personal y culminó en una labor científica que forma parte del Instituto de la Felicidad de Copenhague.

Alejandro Cencerrado se valió de su licenciatura en Física para darle una base científica a su estudio, categorizando cada uno de sus días en una escala del 0 al 10. Los resultados los volcó en un libro, “En defensa de la infelicidad” en el que expone las bondades de sentimientos negativos y la importancia de la autoestima.

La felicidad, según el experto, tiene mucho que ver con la percepción. De ahí su necesidad de darle carácter de investigación. Y explica, por ejemplo, que el cerebro y la memoria nos juegan sucio, nos hacen creer que en otra época u otro lugar hemos sido más felices (por ello su registro escrito). Plantea el caso de los inmigrantes, que tienen el recuerdo de ser más felices en su tierra, a la que regresan, y se dan cuenta que era más un ideal que algo real. Dice, “nos adaptamos a todo”, pero para ello, para valorar, también necesitamos de la infelicidad, porque “gracias al contraste con las partes negativas, sabemos disfrutar las positivas, y si tú quitas el contraste en tu vida, si quitas toda incomodidad, dejás de disfrutar”. Allí es cuando el cerebro piensa en épocas en que ha sido más feliz, por ello su necesidad de registrar, y en esas anotaciones, se es “más consciente de mis propias emociones”, porque “tener un diario y apuntar a tu felicidad te ayuda mucho a darte cuenta de cuándo están surgiendo esas chispas (de pensamientos negativos) e intentar pararlas a tiempo”.

En una sociedad en la que se cree poder tener todo, “es como un niño al que le das todos los juguetes y ya no sabe valorarlos”.

Por todo esto, es que, Cencerrado insiste en que hay que darle su lugar a la infelicidad, la que se entiende como algo negativo, como otras emociones que contextualiza en un marco social, como la soledad, tristeza, vergüenza, o el mismo impacto de las redes sociales. Esas emociones “nos ayudan a manejarnos en el difícil mundo de las relaciones sociales”, ya que, sin ellas, “andaríamos muy perdidos”.

Allí es cuando interpreta este mundo de las redes sociales y nosotros en ellas, porque en las mismas se reflejan una foto del mejor momento, de una determinada circunstancia, como una fiesta, y “nos afecta mucho, sobre todo a los jóvenes, que piensan que son los únicos que se ven mal en el espejo”, o que se sienten solos. Por eso invita a que, “como sociedad presionemos en la dirección contraria a la que están presionando las redes sociales y hagamos ver a los jóvenes que el resto estamos exactamente igual de perdidos”. En ello, “la autoestima depende principalmente de lo bien que uno se vea”; pero hay gente fea que no la tiene y otros, que “encajan en los cánones de belleza que tienen la autoestima baja”, por lo que “descubrí -dice Cencerrado- que nuestra autoestima depende, de las redes sociales y los cánones de belleza un poco inalcanzables, pero el factor que mejor diferencia la gente que se ve bien físicamente y aquella que no, es el apoyo emocional de los padres”, razón por la cual, como adultos, como forma de apuntalamiento “es no permitirles todo”.

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