Conciencia corporal y movimiento expresivo como un modo de vida
17/03/2022 - Verónica Acosta, abogada mediadora que abrazó la danza, el movimiento, la música, el emprendedurismo y el amor por la tierra como forma de vida. Organiza talleres, enseña y coordina grupos de todas las edades.
Por Melina Gómez
Desde que estudió en la escuela Folclore en Movimiento de Buenos Aires, Verónica Acosta cambió su vida. Si bien el enfoque estaba dado en la música folclórica, también tenía prioridad la conciencia corporal como algo más integral para afinar el instrumento de baile, y el movimiento expresivo, desde la danza libre.
Verónica es instructora y coordinadora de grupos, de chica bailaba clásico y folclore y también estudió música, todo en escuelas vivenciales, esas en las que se pone mucho el cuerpo. Este conocimiento llegó a su vida e inició la gran transformación que tuvo la abogada especializada en mediación, tarea que practicó durante más de diez años. “Hay muchas formas de ejercer una profesión, la mediación es otra manera de pararte en el mundo y tiene que ver con que cada parte se haga cargo de su conflicto para poder resolverlo con la asistencia de un coordinador, que ayude a que las partes se pongan de acuerdo”, definió.
A su vez, relaciona la introducción a la danza con “ir conociéndose cómo es uno, qué cosas hacen bien y cómo se está viviendo la vida. Todo lo que se va vivenciando se traslada a la vida particular y eso modifica muchas veces la relación con otros, la forma de caminar en el mundo, de ser más rígida a ser más flexible. Realmente me trasformó tanto que empecé a ver esto como un modo de vida”.
Verónica sumó la música a su formación y creó el proyecto Danza Despierta, donde vio la posibilidad de tener más libertad, relacionada con su búsqueda que se adapta a las necesidades de quienes asisten a sus clases de folclore, conciencia corporal y movimiento expresivo. En ellas motiva a “bailar como uno mismo, con la espontaneidad y lo que uno trae, que es liberador y lo que más se percibe es la energía desde lo grupal”.
Además, el verano pasado inició una nueva propuesta que llamó La hora del juego desde la cual niños y niñas entre 3 y 13 años compartieron distintos espacios que pudieron elegir y donde se ofrecieron diferentes ofertas para que puedan conocer variedades tanto de músicas, de comidas, de juegos y formas de expresarse. “La libertad de que ellos elijan tiene que ver con el deseo como motor, la motivación es el deseo y cuando hay algo que va, fluye, trabajan, aprenden sin hacer un esfuerzo para que pase o imponiéndoles una tarea. El rol como coordinadores era tener una programación de lo que íbamos a hacer y después dejar que pase e inhibir la necesidad de intervenir, así es muy mágico lo que pasa”, describió sobre la iniciativa.
Así mismo, “es muy importante transmitir a las familias que el baile, la plasticidad y elasticidad en el cuerpo, que incluye el canto y el lenguaje, pueda ser un hábito en la vida porque no es lo mismo estar con el sonido de un televisor de fondo que con música elegida especialmente”, comentó Verónica respecto al cierre de La hora del juego que se dio la última semana de febrero con las familias de los niños y niñas que asistieron a los encuentros.
La idea es continuar con este proyecto durante el invierno como opción para concurrir a contraturno de la escuela, las clases comenzarían en abril al igual que las de adultos y adultas.
Danza Despierta es abierta a diferentes edades con el fin de compartir enseñanzas porque, en el caso de las infancias, “no es lo mismo que yo les quiera explicar algo o que se lo explique otro nene. Es maravilloso lo que sucede. Yo estoy ahí como puente, ayudando a que se comuniquen, generando el espacio, oportunidades y posibilidades para que el niño pueda ser”.
La intención de Verónica y su familia que la acompaña en esta tarea, es que perdure en el tiempo y no se torne elitista, por eso, al ser un espacio autogestivo, decidió ofrecer becas para que se acerquen más niños y niñas. “Siento que hay una necesidad de las familias de que estos espacios existan, donde hay una educación más integral guiada por el deseo, ya que en la escuela hay un contenido específico determinado por una autoridad que no conoce a los chicos”, sostuvo.
La instructora en danzas, con su grupo familiar, tienen, además, un emprendimiento desde el que realizan juegos y juguetes de madera como hamacas, tablas de equilibrio didácticas y trepadoras, y lleva por nombre Sumak. Los productos son fabricados de forma artesanal y se venden por internet, en general para fechas claves como el día de las infancias y las fiestas de fin de año.
“Sumak es un concepto del buen vivir que viene de alguna población originaria. El buen vivir, desde la percepción de ellos, es vivir en armonía conmigo y con mi entorno y eso incluye animales, personas, naturaleza y tierra. Conocí el concepto desde la agroecología, de producir sin agroquímicos, sin matar el ecosistema, respetando lo más posible el ciclo natural de las cosas”, contó.
Por otro lado, pero vinculado a lo anterior, Verónica vende miel agroecológica bajo la marca El Enjambre. “En el campo aprendimos lo que es una tierra viva y una tierra muerta, no tenía dimensión de que al matar la plaga también se mata todo un ecosistema y la tierra deja de tener los nutrientes que tiene que tener. Nos invitaron a una charla con un ingeniero agrónomo que impulsa la agroecología y, cuando fuimos aprendiendo, dejamos de utilizar agroquímicos y sembramos para recuperar el suelo, formamos el Grupo Semilla de INTA para empezar a producir y que sea sustentable en el tiempo, sin dañar el medioambiente”. Así, llevaron abejas al campo para que lo polinicen, sembraron flores y la miel que producen las abejas, la venden sin agregados artificiales.
“Siempre tuve esa búsqueda que la podríamos llamar espiritual, de decir cuál es el sentido, por qué hago lo que hago. A veces es difícil insertarse en el mundo, creo que los chicos tendrían que tener filosofía, es una disciplina básica para plantearla desde que nacemos porque hay algo más en la vida que las necesidades básicas de supervivencia. Ahora, con el tema del consumismo, parece que necesitáramos cada vez más cosas y a veces es tan simple como tener un espacio, encontrarnos con otros pares y dejarnos ser”, sintetizó Verónica sobre su modo de vida.
Melina Gómez
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