Aceptar TU Voz
11/08/2022 - "¡Paciente o impaciente, sé que sabés de qué te hablo… justamente es de ese letargo de dejar que todo se estire, se arrastre y se ensucie hasta no dar más!", dice Verónica Ruiz y nos invita a pegar el grito de la libertad y salir de la resignación.
Paciente es un término acuñado desde la antigüedad a aquél que sufre de algún dolor o mal, físico, mental y/o emocional y que espera en silencio una fortuita sanación de aquello que le aqueja o bien la resignación de la cosa, si esta no tuviera o él creyera, que no tiene solución. Etimológicamente deriva del vocablo patiens, del verbo pati (sufrir/soportar), es decir, sufriente o aquejado, con capacidad para aguantar o soportar algo, que generalmente parte de una causa externa y llega a él. La medicina embandera este término y le hemos aceptado sin más, ocupando ese espacio pequeñito y sin demasiado protagonismo, de esperar una solución externa.
Si leyéramos de corrido, podríamos cambiar banderas, bajar la medicina e izar hasta tope al mástil de la Política y todo su devenir Social/Cultural. La paciencia que nos deja adormecidos frente a las injusticias y un poco más aún, frente a las estafas reiteradas y casi ininterrumpidas en estos 45 años de estadismo. Un tic tac similar al sonido de un reloj nos mece la mente y nos sacude los miedos parametrados entre el valor dólar y el riesgo país, adhiriendo dentro de estos índices todo lo que nos maneja cuan sombras chinescas… y es que el impacto de cada decisión macro no deja de afectarnos, aunque nos hagan creer que nada sale y nada entra de nuestra Nación. Estafadores de primer orden, los mandatarios creen ser dueños de nuestro suelo y de nuestros pies, con raíces y todo. Raíces ancestrales con un par de abuelos que ya desembarcaron aquí, trayendo hambre, miedo, dolor, desarraigo y silencio. ¡De ellos tomamos la fuerza del trabajo constante a cambio de monedas y quizá el gusto por un buen plato en la mesa, liado a un apellido, como sello de historicidad que aun hoy, no logra hacer que, si así no lo hicieran, la patria los demandase!; ¿si no hiciesen qué?, pues cumplir con la función de gestionar honradamente los tesoros nacionales, idear estrategias de crecimiento sostenible y propiciar verdaderos derechos para gozar de una buena calidad de vida.
Incluso miremos que se dice Impaciente, a aquel que no espera pasivamente por “una solución” a su caso, o bien a aquel que no sabe detenerse en el día a día (movido por el temor a ser devorado) e incluso a aquellos que preguntan, indagan, investigan o piden explicaciones. ¿Y quién quiere ser llamado impaciente? Y ahí vamos, desfilando a la tienda para vestir trajes de paciencia y supervivencia pasiva, aceptando sin dudar aquello a lo que acuña el vocablo, resignación. ¡La expresión es fuerte y por ello se la pronuncia poco, pero en el fondo sabemos que mora en nosotros desde aquellos barcos del desarraigo, con niñitos huérfanos de once años, que luego se convertirían en jornaleros, padres y más adelante, serian mis abuelos, o los tuyos quizá!
Hacían esos directorios, y hacen con nosotros lo que hacen, porque hacemos lo que hacemos. Ignorar nuestra voz, ignorar el deseo como motor primordial de construcción para la vida (¿qué seriamos sin el deseo de esa primera pareja por morder los límites?). Pasamos de lado de nosotros mismos, censuramos cada sumiso susurro de libertad que nos desvela en la noche, aceptamos sin paz que tres apellidos favoritos nos bajen o suban el pulgar, habilitándonos grifos con agua sin potabilizar, herramientas sin conectividad, estadísticas sin verdad, bienes sin propiedad, políticas ausentes de moralidad, tortas fritas sin aporte nutricional; y aunque la lista es larguísima, diría que, a fin de cuentas, aceptamos en conformidad, firmando más de tres ejemplares, todo aquello que les sigue otorgando el derecho a portar la banda Nacional, a estas instancias, como si fuese un trozo de tela, con la que trapear la justicia en primer lugar, como así también cada Ministerio con sus despachos acuartelados bajo la leyenda: Prohibido Molestar!
¡Paciente o impaciente, sé que sabés de qué te hablo… justamente es de ese letargo de dejar que todo se estire, se arrastre y se ensucie hasta no dar más! ¡Y sé, que también reconoces esa VOZ PROPIA que ya en el jardincito tuviste que aplacar! ¡Pero que aún sigue ahí!, que despierta cada mañana y vuelve a la cama contigo cada noche. ¡Esa voz, que, de utilizarla, abriría las arcas de tu propia barca permitiéndote navegar esta inmensidad sin censura y sin precio, pero con Valor!! ¡Tu propia voz, que rompería las oxidadas cadenas, besaría los laureles de tus gustos y soltaría el tan ansiado, Grito Sagrado de Libertad!!!
¡Los Libres del Mundo no Responden, estos actúan, crean y gestan al mundo, dándole forma desde su honorable VISION, manifestando con su VOZ y materializando con su HACER, un PRESENTE estable hacia un futuro de Expansión! ¡LO DICE MI VOZ!!